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El único nombre que se ha dado conocer públicamente en el nuevo esquema de la Federación Colombiana de Ciclismo, es el de David Vargas (William David Vargas Gómez su nombre completo). Formador de vocación que, a sus 39 años, y con un amplio bagaje en la entraña del ciclismo formativo, ha sido elegido por el nuevo comité ejecutivo como el encargado de regir, estructurar y darle rumbo a los seleccionados nacionales prejuveniles y juveniles. En pocas palabras, David orientará el semillero en todas las regiones con un claro objetivo: replicar el exitoso sistema de base del Carmen de Viboral a una escala macro.
“Esto es algo que nunca se había hecho. Los prejuveniles, las categorías de base, no existían para nadie. Solo se miraba el talento del corredor que se sabe que es bueno por condiciones, pero no se seguía un verdadero proceso, y que ahora tengan la voluntad de empezar a hacerlo en esta nueva gestión me parece espectacular”, dice David en conversación con ADN Cycling. No es un dato menor: el carmelitano es el primer seleccionador en propiedad para las categorías de base. Sobre sus hombros recae la responsabilidad de formar y educar a los nuevos talentos, pero también de cambiar la perspectiva, la mentalidad y el enfoque de las ligas departamentales, frágiles, muchas, en materia de procesos, detección y retención de talentos.
“Lo que he encontrado en esta nueva Federación es que le quieren dar énfasis a la formación y eso es muy importante. Sé que estos puestos (cargos) son pasajeros, pero el objetivo es dejar un legado. Si en algún lugar de Colombia logramos que alguien haga lo que nosotros hemos hecho en estos años, se habrá cumplido la tarea”, afirma Vargas, que en su periplo como gestor de programas de formación en El Carmen de Viboral y su proyecto bandera patrocinado por la empresa avícola AVINAL, ha logrado promover a una camada de gran calidad de la cual se nutre buena parte del ciclismo local. “El Panita” Miguel Ángel Marín es la joya más reciente.
En su postulación como seleccionador, el preparador antioqueño presentó una serie de documentos con un valioso historial de datos de deportistas, metodologías implementadas para la formación por edades y estrategias de mercadeo para la sostenibilidad de un proyecto sin crear dependencias del capital de las regiones o del estado. La propuesta fue revisada, evaluada y aprobada por el comité ejecutivo de la Federación que, según lo expuesto por Vargas, tendrá la misión de financiar concentraciones y capacitaciones para cumplir con los parámetros de elección basados en el mérito.
“Iniciar este proceso con la Federación es como cuando empezamos con el Avinal”, asegura David, que ya ha empezado a cumplir su agenda de reuniones con las ligas. Los primeros contactos han recibido atención y aceptación, sin embargo, el trabajo requerirá de tiempo y paciencia para convencer e impregnar el método.
“Propusimos la creación de una copa nacional de ruta, en la cual las principales ligas del país organicen una parada del calendario nacional. Esta copa debería incluir pruebas variadas como una contrarreloj individual (C.R.I), un circuito plano y una ruta mixta o para escaladores, permitiendo evaluar y puntuar el talento en distintas modalidades”, cuenta el nuevo seleccionador, que hace énfasis en la creación de un ranking para consolidar un calendario anual y fomentar la sana competencia entre todas las regiones.
“La mejor manera de comprometer a las ligas es organizando válidas puntuables para el ranking”, asegura Vargas, que espera expandir su filosofía formativa por todo el país. Su método es lógico, estructurado, con proyección y sin promesas de corto plazo. “Todos los padres quieren tener a Pogacar en la casa, y eso no necesariamente tiene que ser así. El mejor ejemplo que tenemos ahora es “El Panita”, al que tuve desde los siete años y fue creciendo con calma hasta llegar a un punto de rendimiento adecuado para salir del país. Aquí hay corredores que se están yendo para Europa sin la formación adecuada”, reflexiona.
“Hay que tener en cuenta a los talentos en su globalidad y hacerles un seguimiento continuo, no solo en el país sino a los que salen a probar en el exterior”, afirma el antioqueño, que planteó dentro de sus propuestas “campamentos de captación en ubicaciones estratégicas que permitan atender múltiples departamentos de manera eficiente”.
Los propuestos son: Cali como sede para acoger al Pacífico, Cauca y Nariño; Neiva o Pitalito para atender las zonas de Huila, Putumayo y Caquetá; Cartagena para la Guajira y Bolívar; Pereira o Manizales para cubrir el eje cafetero; y el Carmen de Viboral para concentrar a Antioquia con las regiones del centro del país.
Durante ese proceso, los deportistas recibirían inducciones sobre ciencias aplicadas al ciclismo como el entrenamiento por potencia, y la importancia del manejo y registro de datos en plataformas universales como TrainingPeaks. “También será clave el trabajo sicológico, eso va a ser vital y en eso nosotros somos pioneros. Ese es el talón de Aquiles de los colombianos: todos quieren ganar ya”, asegura el seleccionador, que dentro de sus puntos clave, más allá de lo logístico y organizativo, incluye un elemento vital: su criterio. Velará por una oportunidad en igualdad de condiciones, pero no aceptará peticiones fuera de contexto, por recomendación o por intereses que vayan en contra del mérito deportivo.
“¿Cuántas veces llevaron al “Pana” a una selección de ruta mientras estuvo conmigo? Ninguna”, cuestiona. “Siempre mostré sus cualidades, sus números y sus resultados, pero nunca lo tuvieron en cuenta. Luego fue cuarto en el mundo en el ómnium de pista, pero en la ruta no tuvo oportunidades y eso no puede volver a pasar”, afirma con convicción el antioqueño, creyente en la potestad que brindan los procesos y en la capacidad de elegir a los deportistas por su capacidad. “Si no me respetan mi criterio me haría un lado del programa. Los deportistas se deben ganar las cosas por mérito y no porque sean impuestos”, advierte Vargas que pasará de promover proyectos regionales a expandir sus conocimientos para sembrar un legado en el semillero del ciclismo colombiano. Difícil, compleja, pero bonita misión.