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Una de las novedades de la delegación nacional de pista para las justas que se disputarán en Asunción, Paraguay, será la presencia de Fabián Puerta, quien a sus 31 años y después de haber cumplido su sanción de cuatro años, ha sido reintegrado a la actividad del seleccionado nacional para ponerse a tono, volver a sentir la sensación del esfuerzo, la fatiga del alto rendimiento y el hábito de la competencia para ser parte de la nómina del elenco que representará al país en los Juegos Suramericanos del 12 al 15 de octubre.
Desde que la UCI levantó la sanción, Fabián no ha parado de exigirse. Su vida dio cambios en la cotidianidad, pero su deseo de volver siempre se mantuvo intacto. Superó la crisis emocional generada por la suspensión, dejó atrás el lastre que provoca el flagelo del dopaje y ahora, con un aire renovado, con labores empresariales, con un nuevo hogar y con el apoyo incondicional de Jhon Jaime González, el guía que lo condujo a su máximo esplendor profesional, está listo para escribir su segundo capítulo como deportista de alto rendimiento.
“Lo extrañaba mucho, es algo que hacía rato me había negado a sentir, y ahora, a raíz de la carrera en Brasil, creo que lo desperté a flor de piel. No me quiero negar nada de lo que estoy sintiendo y estoy viviendo. Es una experiencia nueva, sufriendo mucho pero disfrutándolo desde lo más maluco hasta lo mejor”, le cuenta Fabián a ADN Cycling mientras coloca un tubular en la rueda, una rutina simple que se había perdido y que ahora disfruta como un amateur en sus primeros pasos.
“Cuando en Brasil dijeron Fabián Puerta campeón mundial… ¡uff! en ese momento me estaba lanzando para los 200 metros y las piernas se me pusieron como una gelatina, no supe como controlar esa emoción, como controlar esa ansiedad, me jugó una mala pasada, pero creo que fue un lindo momento para volver a comenzar”, relata Fabián, que hace cuatro años, tras su consagración en el Kerin en Apeldoorn, Holanda, lució por última vez el uniforme de la selección, y solo en un par de ocasiones el enterizo con el diseño personalizado de arcoíris.
“Fue un uniforme que lucí poco, por eso cada vez que puedo me lo pongo porque fue algo que soñé mucho y disfruté muy poco. En competencia estaré orgulloso de lucirlo en el cuello y en las mangas, al fin y al cabo soy campeón del mundo y ese triunfo nunca me lo quitaron”, afirma con una sonrisa el antioqueño, que entró en un proceso de aprendizaje en medio de una renovación de talentos que en su momento siguieron su carrera como una referencia.
“Todo el día sufro mucho, sufro desde el calentamiento, sufro desde que pongo la relación porque entreno con relaciones que ni usaba cuando competía. Yo voy en el día a día, viviendo una experiencia nueva”, asegura Fabián, el campeón que renació y buscará reencontrarse vistiendo los colores que un lustro atrás lo envolvieron de gloria en los escenarios más reputados del mundo.