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El ciclismo moderno es un despliegue tecnológico. Y mucho más si hablamos en temas de contrarreloj. Posición. Material. Enterizos. Casco. Botines. Y por supuesto, lo más importante: la bicicleta. El amplio mundo empresarial siempre trae nuevas tendencias con el fin de obtener nuevos márgenes de ganancia para aquellos que tienen potencial y condiciones para convertirse en especialistas de una prueba, o que, en su defecto, buscan mejoras significativas en su rendimiento para conquistar objetivos en el corto, mediano o largo plazo.
Por lo general, quienes entran en ese laboratorio lleno de minucias son los exponentes más avezados del pelotón, pero pocas veces – muy pocas en realidad -, logran ingresar jóvenes talentos amateurs sin un contrato formalizado con equipos europeos. El cordobés Juan Manuel Barboza Náder, actual campeón nacional y continental CRI, un portento de casi 1.90 m (1.86 para ser exactos) y largas extremidades, se convirtió en una de las pocas excepciones.
Gracias al apoyo y las gestiones del exprofesional Alex Cano, actual gerente del Orgullo Paisa, y a la buena disposición de la industria especializada en alto rendimiento, Bio Racer, Barboza fue considerado para la realización de una serie de estudios en la sede de Bélgica, que incluyeron el famoso túnel de viento, bajo la supervisión de Raymond Vanstralen, fundador de la marca y encargado directo de realizar el Bike Fit de estrellas mundiales como Remco Evenepoel y Wout Van Aert.
“Una experiencia maravillosa y nueva para mí. Obviamente uno tiene algo de idea sobre el tema, pero al llegar allá uno se da cuenta que es demasiado básico”, cuenta Juan Manuel, que junto a su biomécanico de confianza y amigo, Lucas Quintero, ha buscado perfeccionar detalles para adoptar una postura cada vez mejor en ese matrimonio que constituyen ciclista y bicicleta.
En La Virginia, antes de tomar la salida en el Nacional, se podían observar acoples hechos artesanalmente. Uno de los más llamativos eran unas lijas sobre las extensiones del manubrio, que tenías como objetivo evitar deslizamientos innecesarios del antebrazo, para de esta manera mantener una postura firme durante la prueba. Todo es válido, aunque científicamente no signifique una ganancia comprobada.
“Con Lucas habíamos estado trabajando en el túnel del viento virtual con un programa de Bio Racer. Fuimos a Bélgica y revisamos la posición y las medidas con el mismo programa en el Speed Center de Bio Racer, donde también tuvimos la oportunidad de ver los procesos de fabricación de los uniformes, estampados, telas y todo lo relacionado con el tema”, cuenta Barboza, que a sus 22 años y después de llevar un proceso en el ciclismo local con SuperGiros, Orgullo Paisa y el programa de talentos PAD, tendrá la oportunidad de representar los colores del seleccionado nacional en el Tour de L’Avenir (pieza clave para los días de CRE y etapas llanas) y el Campeonato Mundial de Australia, su gran objetivo del año.
El último día de la experiencia en Europa, el cordobés visitó el túnel de viento de Bike Valley, creado en asociación con la marca Ridley, y en donde también tuvo la oportunidad de realizar estudios Egan Bernal antes de sufrir el trágico accidente. “¡Fue una experiencia de locos! Se aprendió demasiado, es un conocimiento que traigo para todo lo que viene”, resalta el joven talento nacido en Sahagún, pero criado junto a su familia en el municipio de Montelíbano.
“Como conclusión general del túnel, no hay componentes aerodinámicos más rápidos o más lentos, simplemente todo depende del corredor. Puede que con cierto casco un corredor sea más rápido que otro o con ciertos botines, pero nada, el tema de la aerodinámica es personal. Ese fue uno de los grandes aprendizajes que tuvimos”.