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La vida de un ciclista tiene muchos matices. Algunos van por la vida como si su destino estuviera marcado por la mística, la gloria y todo el glamour de los grandes escenarios. Otros, simplemente siguen un camino más laborioso y sacrificado, reman contra la corriente y se resisten con fuerza a la posibilidad de renunciar para elegir un nuevo rumbo. Santiago Mesa Pietralunga hace parte de ese segundo grupo. Ha seguido su instinto, sus ganas y su deseo marcando un camino silencioso y aferrado a la disciplina, a la persistencia y al día a día de los detalles para encontrar leves mejoras en su rendimiento.
Aún conserva los rasgos de adolescente de su prolongada etapa en el MTB, pero Santiago – Tato para los amigos – ya tiene 26 años. Ha crecido y ha madurado sin prisa, con la calma del que entiende su proceso y sin exaltarse por la irrupción de la marea de talentos prematuros que surgen y ganan, que saltan escalas. Como Egan Bernal, con quien compitió durante gran parte de su proceso en el MTB. “Da motivación ver que tus rivales de infancia salieron adelante gracias a su talento. Casos como el de Egan y Brandon (Rivera) los vi con amor y mucha alegría, y también me motivaron a decir: ¿por qué yo no?”.
Santiago ha logrado salir a la luz con el mérito del deportista que opta por trabajar sin importar los resultados inmediatos o el reconocimiento popular. Su vida deportiva es un pequeño misterio que poco a poco, sprint a sprint ha empezado a resolverse. “No me faltaba mucho nivel para ser competitivo en el MTB, pero en el MTB ser competitivo no basta. Ser parte de los 20 o 30 mejores del mundo no es una garantía para vivir, dependes de pequeñas ayudas de terceros. No veía futuro en la parte económica”, cuenta Santi, que en sus mejores años de formación logró medallas de todos los órdenes en eventos nacionales y continentales.
Quiso darse la oportunidad en sus primeros años de Sub-23, pero hubo un click en su proceso cuando sostenía una relación sentimental con Jessenia Meneses, una de las mejores ciclistas del país en la rama femenina. “Ella conocía a alguien en el Orgullo Paisa y yo corría muchos chequeos, de esos que hacen en el Aeroparque y siempre ganaba los sprints, siempre. Gracias a ella me dieron una oportunidad en el equipo”, recuerda el antioqueño, que sin experiencia previa en la ruta nacional, firmó una Vuelta de la Juventud prometedora en 2018. Terminó segundo en la clasificación de los sprints e incluso disputó una victoria de etapa frente a Esteban Guerrero y Miguel Sarmiento en la llegada al Espinal (Tolima).
“Ahí fue cuando Eulen, un equipo amateur de España me quiso llevar a Europa para probar durante tres meses. Me di cuenta que me faltaban muchas cosas, pero fue con ellos que realmente empecé a formarme como ciclista de ruta. Aprendí a trabajar el fondo y la resistencia para esprintar después de muchas horas”, describe Santiago con sinceridad. Los triunfos llegaron pero no hubo prisa. Se aferró al aprendizaje. “Sabía que no podía dar el salto, me hacía falta adaptarme al cambio de categoría y establecerme al cambio de modalidad”.
Con el tiempo no solo sus resultados cambiaron, también su cuerpo. Se sentía más armado y con autoridad para sumergirse en un pelotón lanzado a más de 60 kilómetros pasadas más de dos horas de competencia. “En 2021 entré como stagier (aprendiz) al Burgos BH pero llegó la pandemia”, recuerda. No hubo continuidad en el equipo profesional, pero su camino no se detuvo y el equipo continental Manuela Fundación le abrió sus puertas. No contó con las garantías suficientes para crecer, pero aún así sacó provecho con varios Top-10 y fugas en carreras como la Vuelta a Castilla y León.
Su momento cumbre fue la victoria de etapa y el liderato del GP Anicolor con el ABTF Feirense, equipo portugués que fue su última escala para llegar al EFAPEL. “Estaban buscando un sprinter, me llamaron, me dieron una oportunidad muy bonita con un buen calendario y aquí estoy”, dice feliz, pues su llegada a uno de los mejores equipos de la península, ha sido el fruto de su entrega sin límites.
“Mi proceso ha sido de mucha perseverancia. Todo el trabajo de todos estos años se está viendo. No soy un supertalento como todos estos chicos de ahora, pero el talento innato que tengo para la velocidad y la perseverancia del proceso de todos estos años para adaptarme, han sido la clave”, afirma el antioqueño, que en la pasada edición de la Volta Ao Algarve, sin contar con los trenes poderosos de los equipos World Tour, logró posicionarse en el Top de los días llanos en Tavira y Lagos.
“Ya sé que tengo los números para estar disputando las carreras con los mejores. Estoy seguro de que este año será el de afirmar esto, y voy a intentar hacerme un lugar entre los mejores del mundo como sea, vas a ver”, concluyó.