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Hace un mes, antes de viajar al campeonato del mundo en Dinamarca, Santiago Ramírez se erigió en el primer velocista en bajar la marca del minuto en el velódromo de Medellín (59.767), una estructura de antaño, poco apta para marcas de alto vuelo, pero en la que pudo reflejar los contrastes de lo que ha sido su vida deportiva, plagada de un sinfín de luchas que aún libra para consolidarse y mantenerse vigente como un velocista de nivel por el mundo.
May – como se le conoce en el ambiente – es un deportista que combina muchas facetas en el complejo mundo de la velocidad. Rinde en todas las pruebas, pero es el kilómetro y su enorme exigencia, la modalidad que se convirtió en su mejor aliado. En la última década no ha habido un especialista más consistente y regular que el vallecaucano. Medallista y ganador en todos los eventos del país y del continente. Ahora, como premio a sus años de constancia, aparece como el líder del ranking mundial UCI.
“Ser el número 1 del ranking y del continente refleja esas mejoras que decidí hacer en mi proceso. El único cambio que hice fue el de entrenador gimnasio. Estoy con Adolfo Gallego, especialista en levantamiento de pesas olímpico. Me ha ayudado mucho”, cuenta Santiago, que cambió por completo sus rutinas de años anteriores para obtener una ganancia vital: mejor uso y distribución de la fuerza, un aspecto esencial para un velocista. Los esfuerzos de potencia son eso, fuerza, pero no la fuerza del músculo en sí, sino la correcta transmisión de energía para mover relaciones robustas.
“Ese cambio ha sido muy importante, pero también me ha traído algunos disgustos con los entrenadores. Afectó un poco el ambiente, pero yo lo hice para mejorar porque me sentía un poco estancado en ese aspecto. Todos los cambios traen choques, pero yo sigo demostrando mi rendimiento sobre la bicicleta”, dice May, atleta persistente que apoyado en su experiencia ha logrado cultivar la virtud de la paciencia para saber navegar entre generaciones e imponer su estilo técnico y versátil.
Santiago es esa pieza del puzzle que siempre encaja. Ofrece el plus del deportista persistente, algo muy complejo de encontrar en el ambiente competitivo, y mucho más cuando no se goza del cartel de referente indiscutido como en su momento lo fue Fabián Puerta, o como ahora lo es Kevin Quintero. Cristian Ortega también está construyendo ese camino. En medio de la situación, Santiago siempre ha encontrado la manera de aportar para ser vital en distintas funciones. Ser número 1 del ranking en una modalidad (suma un total de 1400 puntos) implica dos factores fundamentales: talento y regularidad. Y en sus años de trayectoria, May ha conjugado muy bien esos dos aspectos con carácter y mucha personalidad.
“Ha sido duro, a veces uno se pregunta muchas cosas y hasta he llegado a pensar en el retiro por muchas situaciones y ambientes… Pero aquí sigo…”, afirma y deja un argumento claro: “Yo no monto en bicicleta para que me hagan sentir mal, lo hago porque lo amo, me apasiona y es la forma de ganarme la vida”, relata el vallecaucano que sueña con volver a unos Juegos Olímpicos doce años después de haber sido, con apenas 22, uno de los integrantes de la nómina de Río de Janeiro 2016. Tendrá 34 en Los Ángeles 2028 y mirará en retrospectiva aquellas olimpiadas brasileñas, ya lejanas en el tiempo, pero revitalizantes en su proceso. “Es una realidad, voy a llegar allá mucho más mayor, pero viejo es el viento y todavía sopla. El nivel que uno tenga también depende de los cuidados, hoy la recuperación es más medida y todo es más profesional en cada detalle. No voy a descansar hasta clasificarme a Los Ángeles”, dice.
“En otras oportunidades no lo logramos porque el equipo nunca se trataba como una prioridad, solo se priorizaban las pruebas individuales y eso es un gran error, porque el equipo te abre dos plazas directas en velocidad y en Keirin. Por eso yo sé que con este sexto puesto inédito que todo el mundo vio y quedó contento, tendremos el apoyo para hacer este ciclo olímpico muy bien”, destaca.
El kilómetro no es una especialidad olímpica, por lo cual podría concentrar gran parte de sus esfuerzos del ciclo junto a Rubén Murillo, Kevin Quintero y Cristian Ortega. “Tenemos un equipo demasiado completo y con opción de recambio, eso muy pocos países lo tienen. Somos cuatro corredores de gran nivel y eso hay que aprovecharlo. Por eso creo que con un buen proceso y con buenas decisiones podemos lograrlo y estar en la pelea de las medallas, porque lo triste es que si las cosas no salen bien los culpables siempre somos los deportistas”, acota Ramírez, conocedor de la evolución de las potencias y de la brecha que abren en cada competencia.
“Uno quisiera tener siempre lo mejor y estar a la par de las grandes potencias, pero lamentablemente no contamos con eso. Las bicicletas de un equipo como Gran Bretaña son supremamente costosas… a nosotros nos toca con lo que hay, y con lo que hay tratamos de dar siempre lo mejor. Tenemos campeones del mundo con las uñas. Por ejemplo, en este mundial competí y fui quinto en la bicicleta de Kevin (una Argon 18, él compite habitualmente con una BT) que se puso la 10 y me la prestó. Se lo agradezco mucho. Y no es que la mía sea mala, pero se siente mucho la diferencia. Son detalles que hacen la diferencia”, afirmó.
Para Río 2016, Tokio 2020 y París 2024, Colombia obtuvo las casillas olímpicas en pruebas individuales. Santiago estuvo en Brasil por un Wild Card. Esta vez quiere que su presencia sea por mérito de ranking y trabajo en equipo. Dinamarca envío la señal deseada.