Sérika Gulumá: el retiro feliz, silencioso y sin nostalgias. “Di un paso al costado en el momento que era”

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En los últimos tres años, mientras pedaleaba y ajustaba detalles de carrera, Sérika Gulumá pensaba en el retiro, en el día después del deporte, en ese momento que para muchos representa ansiedad, pero que ella, con la madurez de los años y de la vida, tomó con suma naturalidad: “Llevaba tres años pensándolo. Ya me sentía agotada, los resultados no eran iguales y ya no sentía la misma motivación. Había días que no disfrutaba de la bici”, cuenta la caqueteña, que en más de dos décadas como profesional (22 años en total) supo construir una carrera ejemplar.

Sérika es un santo y seña del ciclismo femenino. Quizá no haya sido la referente más mediática, pero sus números, sus logros y su trayectoria han sido enormes. En la última década figura entre las ciclistas más ganadoras del pelotón con medallas y distinciones de todo tipo en ruta y pista, donde obtuvo su última medalla en la carrera por puntos de los Juegos Nacionales disputados en Cali. Por eso, aunque su salida del pelotón haya sido silenciosa, repentina y sin el adiós que una figura de sus logros merecía, siente satisfacción por el deber cumplido, haber entregado todo lo que tenía como líder y luego como una baza de experiencia para que otras compañeras surgieran.                   

“El año pasado decidí que iba a dar el paso al costado y dedicarme a otras cosas y explorar otras facetas. Como ya lo venía asimilando no me dio duro tomar la decisión. Estoy tranquila, dedicada a mi familia y a preparándome en los nuevos proyectos que tengo”, cuenta Sérika, de 34 años, nacida en Puerto Rico, Caquetá, lugar del que emigró muy joven. Primero rumbo al Quindío (donde reside actualmente) y luego a Boyacá, su cuna ciclística, el departamento con el que obtuvo sus mayores triunfos en la élite. 

Entre 2013 y 2016 integró las filas del equipo italiano Vaiano Fondriest, donde tuvo la oportunidad de descubrir un panorama que abrió camino para nuevas generaciones.  “En ese momento era lo mejor que había, siento que en Europa lo hice muy bien, hice muy buenas carreras y me ayudó estar en varios procesos de la selección Colombia. Las cosas pasaron como tenían que pasar y yo aproveché mi momento. No soy de lamentarme y de pensar qué hubiera pasado si hubiera estado en este o aquel tiempo… tuve mis triunfos, mi experiencia y lo disfruté mucho”, dice la corredora que en su última escala profesional defendió los colores del CM Team, y al tiempo empezó a construir su marca como entrenadora: Sérika Gulumá Coach.  

Es madre, esposa, entrenadora en proyección. Divide su vida personal y sus quehaceres con la misma disciplina que cultivó en su etapa como ciclista. “Me estoy actualizando para darle la mejor orientación a las personas que estoy entrenando. Programo entrenamientos y hago videollamadas”, dice. “También tengo otro proyecto que estoy trabajando junto a otra ciclista para debutar como entrenadora en la Vuelta a Colombia. Cuando esté listo lo contaré”, anticipa dejando de manifiesto la satisfacción que siente y el deseo que produce su gen competitivo.

“Me apasiona, quiero estar en carreras, estoy tratando de formar un equipo para estar en la Vuelta y vivir desde adentro esa sensación. Di un paso al costado en el momento que era”, reafirma, pero no solo por una cuestión de dejar la competencia, también por su salud y por el contexto de necesidad que atraviesa el ciclismo femenino desde hace un par de años, con ciclistas desempleadas tratando de buscarse la vida por carreras, y algunas con equipos que con mucha voluntad y esfuerzo ofrecen las condiciones mínimas. Salvo las que integran el Team Sistecredito, hoy por hoy, la mejor estructura del país.

“El ciclismo en los últimos años venía creciendo, lo veía casi que a la par de los hombres en cuanto a preparación, material, salarios… pero hace dos o tres años empezó a bajar. Es muy triste ver que ya no hay patrocinadores y muchos equipos se han acabado. No vale la pena ser una ciclista del montón porque sí o sí necesitamos ayuda, patrocinio, porque estar de cuenta del bolsillo de la familia es muy complicado”, relata con conocimiento de causa.

Sérika supo reacomodar su vida. Como entrenadora ya tiene 14 personas a su cargo. Estudia. Se prepara. No le gusta el azar. Cree firmemente en la academia y la combina con la experiencia que le dieron sus 22 años recorriendo el mundo en bicicleta. A su lista de clientes se sumó la costarricense Sofía Quiroz, profesional que con 20 años es uno de los talentos más promisorios del ciclismo latinoamericano. “Estoy muy contenta de empezar a trabajar en esta faceta”.

Foto: Anderson Bonilla

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